martes, 30 de enero de 2007

un recuento más...


Ayer estaba viendo la entrevista a un escultor, sobre su obra y a la hora de hablar sobre la modelación en el barro de las hermosas figuras que con el se lograban (crecí con la idea de que Dios creo al hombre a partir de este material) me trasladó a mi infancia

Un recuento más….

Tengo hermosos recuerdos de mi abuelita (mamá de mi papá) y contaré solo una mínima parte de lo que podía hacer allá en el rancho, ella creaba diversos utensilios de cocina para su propio uso, y los hacia con barro. A veces la veía pasar cuando iba por el barro a un lugar cercano de la casa, así también tenía que ir por arena al pequeño arroyo que corría en este lugar, de vez en cuando me jalaba para estas actividades y otras, no se si porque realmente necesitara de mi ayuda, para distraerme o para que ella tuviera con quien platicar, pero a mi me gustaba.
Una vez sacada la arena la lavaba bien y colaba para que estuviera fina (no era recomendable según ella la arena de playa), quedaban piedrecillas tan pequeñas, limpias y de color negra. Después de estos mezclaba la tierra, agua y arena y hacia su amasijo que poco a poco le daba la forma que deseara y ya, me encantaba verla tan concentrada modelando con el barro, los dejaba secar para posteriormente pasarlos por el fuego o calor para su cocción que permitía la duración de cada objeto.

Aunque ella no contaba con el torno, tenía la enorme habilidad de lograr objetos maravillosamente simétricos y armoniosos.
Mamá de vez en cuando también copiaba a la abuela, aunque ella para su cocina siempre compraba utensilios de metal, pero a veces decía que la comida y las tortillas sabían mejor si se cocinaban en objetos de barro, uno que no conocía de tantas cosas no alcanzaba a notar esas diferencias, simplemente comíamos todo lo que ella hacia sin prestar atención a esas cosas de señoras grandes.

De repente llegaba la fiesta de “Día de Muertos” en el mes de noviembre, con anticipación mis hermanos y yo hacíamos figuras de diversos animales u objetos para colocarlos junto con las ofrendas, así modelábamos vacas, burros, guajolotes, candelabros, etc., para nosotros era un juego divertido y nuestras creaciones nos parecían fantásticas y grandiosas, las pintabamos, eran nuestras piezas valiosas, nos ufanábamos de ello y veíamos grandes defectos en las figurillas del otro, hasta que se llegaba el día y papá compraba las figuras de cerámica que se vendían en el tianguis y de repente nuestras creaciones se volvían grotescas y demasiado rústicas comparándolas con los objetos comprados, y con tristeza o decepción veíamos que nuestras figuras antes apreciadas de pronto ya no encajaban al compararlas con las de un experto, porque afeaban nuestro altar y no quedaba de otra mas que irlos arrinconando poco a poco para que reinaran y se pavoneara el trabajo de un desconocido que a estas fechas puedo decir que tampoco tenía gran refinamiento.

Terminado los días de ofrendas ya casi todas nuestras creaciones estaban quebradas o totalmente destruidas, por que no les dábamos el cuidado necesario
Esto era por lo regular año con año, hasta que poco a poco se fue perdiendo. Era más fácil, barato y práctico comprar que crear.

En esos tiempos no comprendía que lo importante de cada creación radica en el hecho de que algo tuyo cobraba vida en ese objeto, el estado de animo con que lo hiciste, todo lo que le rodea para lograrlo y los recuerdos que guardaran para la posteridad, que con solo verlo te trasportaran a su creación y los momentos encerrados ahí, en ese objeto tan tuyo, que es el tiempo detenido…

Si por un instante volviera a esos días……




2 comentarios:

Anónimo dijo...

lastima, el tiempo no regresa por mas que queramos, y si tienes razon el recordar es volver a ivir, lstima que hay costumbre que no perduran no cres? Saludos y tks por la visita, nos estaremos leyedo

Anónimo dijo...

wow!!!! que gusto ser tu primer coment.... suerte. besitos